Dos semanas han pasado, dos semanas después sigo recibiendo dardos envenenados con la única intención de hundir mi autoestima y que, al sentirme solo, vuelva a convertirme en una especie de marioneta bajo su control.
Si cree que pienso entrar en la provocación, está muy equivocado.
Si no me trata como a un igual, paso. Estoy harto ya de sufrir sus trampas y sus chantajes emocionales.
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