sábado, 4 de enero de 2014

Atocha

Sentimientos enfrentados. Por un lado, el de tener los labios de la persona que amas, por la que darías todo, la que marcó un antes y un después en tu vida, a escasos centímetros y unas inmensas ganas de besarlos. Por el otro, el que te hace mostrarte cortado, temeroso a hacer algo incorrecto que pueda conllevar perderla, con el consiguiente dolor.
Momentos después, la frustración se tornó felicidad, cuando ambos juntaron sus labios después de que él los hubo deseado durante más de un año. Más de un año de sufrimiento que repetiría encantado con tal de volver a probar ese dulce néctar capaz de revivir esperanzas pérdidas como la suya. Besos dulces y calmados, en contraste con su ansiedad, después de casi tres años, volvía a sentirse mínimamente correspondido, y ese hecho se reflejaba en su rostro. Ese rostro cansado de fingir constantemente una felicidad que no sentía recobró su color perdido con el paso del tiempo y las desilusiones pasadas.
Poco después, ambos se despidieron, en ese momento ella expresó un "quiero que estés bien", a lo que el asintió sin dudarlo. Pero al decir eso, se quedó corto, pues la amargura de tener que separarse de ella una vez más se vio contrarrestada por el más que grato recuerdo de aquella tarde en la estación de tren donde ese chaval desangelado volvió a sentir lo que era el amor.

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